La inflamación inducida por el VIH podría explicar por qué los hombres gais y bisexuales con el VIH tienen más probabilidades de consumir metanfetamina tras el diagnóstico que sus iguales seronegativos
Identificar los factores de riesgo asociados al consumo de metanfetamina es crucial para implementar intervenciones preventivas efectivas
Autor: Juli Amadeu
Fuente: https://www.gtt-vih.org/publicaciones/la-noticia-del-dia/24-10-24/
La relación entre el uso de metanfetamina y el VIH tiene una alta incidencia en hombres gais, bisexuales y otros hombres que practican sexo con hombres (GBHSH), así como en mujeres trans. Identificar los factores de riesgo asociados al consumo de metanfetamina es crucial para implementar intervenciones preventivas eficaces. La seroconversión al VIH y la inflamación pueden elevar la probabilidad de iniciarse en el consumo de metanfetamina dentro de estos grupos de población, según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences («PNAS»). Además, se ha valorado que el consumo de metanfetamina es un factor de riesgo significativo para el VIH y la inflamación, pudiendo existir una relación bidireccional.
La metanfetamina es una sustancia estimulante que pertenece al grupo de las anfetaminas y presenta un riesgo más elevado de generar dependencia en comparación con otras sustancias. En las últimas dos décadas se ha observado un incremento en su uso en muchos países, especialmente entre hombres GBHSH. De hecho, el consumo habitual de metanfetamina es el principal factor de riesgo del VIH entre hombres GBHSH que la utilizan en contextos de chemsex en EE UU (véase La Noticia del Día 25/09/2020). Precisamente el uso de metanfetamina supone un serio obstáculo en la respuesta al VIH en dicho país. Por este motivo, resulta necesario disponer de datos fiables y actualizados respecto a la prevalencia y el impacto del consumo de metanfetamina entre las personas con el VIH.
El consumo de metanfetamina se ha relacionado con unos peores resultados en salud asociados a la infección por el VIH, así como con una mayor probabilidad de coinfección por otras infecciones de transmisión sexual (véase La Noticia del Día 16/09/2024). Los peores resultados en salud relacionados con el VIH observados entre las personas que usan metanfetamina repercuten no únicamente en su propia salud, sino que también entrañan una mayor probabilidad de que el virus se transmita a terceras personas (al reducirse el número de personas con carga viral indetectable).
En este estudio, que se realizó en Chicago con 1.296 hombres GBHSH y mujeres trans de entre 16 y 29 años, se observó que el uso de metanfetaminas aumentó desde 2015 hasta 2023. Este aumento fue más notable entre aquellas personas que tenían 25 años o más. La edad promedio en la que comenzaron a consumir metanfetamina por primera vez fue de 23,9 años. Además, se analizó a 826 participantes que ya habían sido diagnosticados con el VIH o presentaron mediciones inflamatorias previas.
Los resultados indicaron que el riesgo de empezar a consumir metanfetaminas por primera vez era el doble después de un diagnóstico de VIH. También se concluyó que un mayor nivel de proteína C-reactiva (PCR), que indica inflamación, aumentaba en un 18% la probabilidad de iniciar el uso de metanfetaminas. Esto sugiere que el VIH y la inflamación pueden incrementar el riesgo de iniciarse en el uso de esta sustancia entre hombres GBHSH y mujeres trans.
El consumo de metanfetamina puede ocasionar consecuencias médicas graves, como síntomas psiquiátricos severos, sobreestimulación, pudiendo llegarse mortales algunos episodios, y mayor riesgo de contraer el VIH. La inflamación en el cuerpo puede aumentar el riesgo de empezar a usar metanfetaminas. Cuando hay inflamación sistémica, baja la cantidad de dopamina en el cerebro. Esto afecta al sistema de recompensa y puede causar anhedonia, es decir, la incapacidad de disfrutar.
El equipo investigador ha señalado que próximos estudios deberían analizar los mecanismos neuroconductuales, como el sistema de recompensa, que relacionan el VIH, la inflamación, el uso de cocaína y el uso de cannabis con tasas más altas de inicio en el consumo de metanfetamina. Además, sería importante que se incorporaran paneles más completos de marcadores inflamatorios y se midiera la neuroinflamación en el líquido cefalorraquídeo –que baña el encéfalo y la médula espinal–.
Fuente: Northwestern University /Elaboración propia (gTt-VIH).