Cannabis en la adolescencia. Pensando la prevención y la posverdad para afrontar el fracaso escolar
Los adolescentes que consumen cannabis se sienten a pleno: “hago lo que me gusta y lo puedo controlar”. No se dan cuenta de que su visión del mundo y su neuroadaptación cerebral a la presencia de esta droga construyen su jaula de oro.
Autor: Gabriela María Richard Losano (Psicóloga)
Los adolescentes que consumen cannabis se sienten a pleno: “hago lo que me gusta y lo puedo controlar”. No se dan cuenta de que su visión de mundo y su neuroadaptación cerebral a la presencia de esta droga construyen su jaula de oro. No se dan cuenta de que su visión de mundo y su funcionamiento cerebral adaptado a la presencia de esta droga, van definiendo la “jaula de oro” dentro de la cual eligen y evalúan sus elecciones. Niegan o minimizan los cambios que este consumo les genera. Libres, pero dentro de esta jaula. Padres y educadores observan sin lograr encontrar los argumentos que logren reflejar las modificaciones y la dependencia progresiva que van ocurriendo y que los adolescentes no pueden ver por sí mismos. Los problemas en el ámbito escolar, con fracasos de diversa índole, son unos de más visibles. Diversas investigaciones así lo demuestran.
Los consumos de drogas no son prácticas saludables. Menos aún en niños y adolescentes. Responder a los diversos trastornos que causan, aún cuando fueran reversibles, exigen gastos económicos y sociales muy altos, que podrían ser evitados. Una buena inversión sociosanitaria fue lo que hizo Islandia cuando diseñó sus políticas integrales hace ya 20 años. Ahora disfruta los resultados.
Posverdad, parte del fenómeno de las adicciones
Las respuestas a estos problemas, que ya cuentan con una larga historia en las sociedades posmodernas, se reparten entre las tradicionales, muchas de las cuales no están dando los resultados esperados, y otras que procuran innovar. Los profesionales de la salud tienen la misión de aportar en este sentido colaborando en el diseño de políticas públicas que estén en condiciones de afrontar las presiones de la sociedad de consumo que configuran este fenómeno.
Entre las respuestas tradicionales, encontramos aquellas que solo insisten en mostrar los efectos nocivos que produce esta droga. Sin embargo, el consumo de drogas en general y especialmente el de marihuana, no es un acto del intelecto, sino que responde a una emoción asociada al placer que genera. Es una vivencia profundamente sensitiva, también asociada a sentimientos de pertenencia que condicionan su identidad. Por eso, las nuevas miradas, en la perspectiva de la complejidad, proponen un análisis multifactorial que incluya al contexto en cuanto moldeador de la jaula, más allá de los efectos que describen las investigaciones. Uno de los factores que no debe estar ausente, es el conocido como posverdad. Según el filósofo británico A.C. Grayling, este resume así: “Mi opinión vale más que los hechos. Expresa cómo me siento respecto de algo. Es terriblemente narcisista. Y ha sido empoderado porque todos pueden publicar su opinión en redes sociales. Incluso hay empresas que se dedican a posicionar temas en ellas, a pedido de los interesados, operación económica mediante”. Hace referencia a un discurso que apela más a la emoción que a los datos. 'Es una cultura en donde unos pocos comentarios en Twitter tienen el mismo peso que una biblioteca llena de investigaciones. Se inventan historias todo el tiempo'. Se manipula la opinión pública y afecta negativamente los procesos democráticos.
Esto es aplicable al fenómeno de las adicciones. En consecuencia, para pensar cómo se crea la jaula dentro de la cual se realizan las elecciones favorables al consumo, habrá que observar cuáles son los “datos alternativos” circulantes, quiénes los generan y por dónde los vuelven accesibles. La marihuana es una droga como tantas otras, pero el modo en que está siendo introducida en el mercado internacional, merece una atención especial. Ofrece oportunidades de rentabilidad muy promisorias a su industria tanto a nivel artesanal como a gran escala, por lo que según se trate de grupos económicos de productores, comercializadores o generadores de tecnología para la bioingeniería aplicada a semillas y cultivos, serán las inversiones que realicen para cautivar y retener a sus clientes necesarios en cada eslabon de la cadena comercial.La innovación en prevención, actualmente pasa por trabajar esta compleja dinámica de contexto junto a los adolescentes, de modo que ellos puedan identificar los recursos mediante los cuales el mercado influye sobre su sistema de creencias y preferencias. Los aportes teóricos de Pierre Bourdieu sobre campo y habitus, y de diversos autores que lo conceptualizan desde el framing, entre otros, contribuyen a este tipo de análisis. El trabajo de campo nos ofrece abundantes evidencias de la eficacia de esta estrategia de abordaje. Y hay evidencias de su eficacia.
Derechos humanos y salud
Pensar en evitar los problemas escolares ligados al consumo de drogas, supone la vigencia del derecho humano a la salud, y esto, la obligación de que las políticas que velan por el bien común hagan accesible a todos los ciudadanos los recursos para que puedan realizar elecciones responsables, con actitud crítica, consciencia de riesgos, sin caer ingenuamente en redes de intereses mercantiles. Esto es especialmente válido para los niños y los adolescentes, que transitan una etapa vital en la que su personalidad se está formando, mientras su cerebro va madurando.
Todo ello, debería ser acompañado por las comunidades científicas que no siempre cuentan con el respaldo del sector gubernamental ni de la responsabilidad social empresaria para hacerse escuchar, en el caso de que tuvieran estrategias eficaces para comunicar sus conocimientos, tal como las usa la industria del cannabis para imponer sus productos.
Adolescencia y vulnerabilidad
¿Cuál es el problema con los adolescentes? Al igual que con otros productos, quienes producen y venden marihuana (semillas, plantas, flores, porros, etc.) conocen que es más fácil captar la atención de sus potenciales consumidores en las edades tempranas, y por ello priorizan el trabajo con este grupo etario: ellos ofrecerán pocas resistencias a adoptar el hábito de consumirla, y una vez instalado, el mismo cerebro se encargará de pedir que se repita cada vez con mayor frecuencia y en dosis mayores. El negocio es perfecto. Todo esto es terreno fértil para que el fenómeno de la posverdad tenga lugar: con buenas estrategias de marketing, especialmente activadas desde las redes sociales, se lograra el resultado de que los consumidores digan “mi opinión vale más que la verdad“(información científica). Parte del camino que los especialistas en marketing recorren consiste en posicionar al cannabis tal como lo afirma la Dra. Anneliese Dörr, de la Universidad de Chile como “una droga que no hace daño, y donde su consumo sea visto como un atributo liberal, cool y de mente abierta”... “Sin embargo, no hay consideraciones valóricas ni conservadoras: sólo la convicción que entrega la ciencia, a través de un sinfín de investigaciones realizadas en Chile y en el resto del mundo, publicadas en las revistas científicas más prestigiosas del orbe, que dan cuenta de los efectos nocivos sobre el funcionamiento cerebral, en especial en funciones relacionadas con el aprendizaje, la memoria, la planificación y la motivación”(1).
Las investigaciones con el NeuroSpect, tecnología más avanzada que la resonancia magnética, que permiten captar a través de imágenes tridimensionales los flujos e irrigación sanguínea en el cerebro. Con ella, según informa la doctora Neubauer, integrante del equipo investigación, se encontraron patrones comunes en los mapas cerebrales de los escolares de nivel medio consumidores de cannabis: múltiples áreas de hipoperfusión absolutamente desorganizadas. Esta vulnerabilidad, repercutirá directamente en la integración y rendimiento en el sistema educativo.) Ver más en (2)
Lo saludable y su promoción
En este contexto, la estrategia enfocada en promover lo saludable cobra un nuevo sentido e importancia. Hablar de políticas de drogas -objeto de consumo- y de motivaciones para evitar el fracaso escolar, resulta insuficiente y mueve a innovaren términos de políticas integrales. Estas últimas se enfocarán en la química natural del individuo, en lo placentero y lo que permite sentir, para que este individuo se desarrolle de un modo ecológico en las redes que habita, donde se vincule de modo saludable, disfrutable, y con conciencia expandida. Esto genera pertenencia y luego, actitudes receptivas a información basada en la evidencia sobre los problemas que estos consumos acarrean. Transitar la adolescencia, conectando sentimientos y emociones, activando mecanismos resilientes, ejerciendo el juicio crítico y el sentimiento de poder transformar la realidad de la que se es parte, va de la mano con la obligación de los adultos para generar los contextos habilitantes de este proceso. El desafío es grande.
Referencias bibliográficas:
(1) http://toxidrogasun.unal.edu.co/boletines/22-2016.html
(2) http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252013000500003